Fenómenos adversos y compañía…, Sierra Norte de Guadalajara, 2001.
La zona geográfica situada a caballo entre Soria, Segovia y Guadalajara tiene un páramo, en la zona de esta última provincia, a una altitud entre los 1300 y 1400 metros de altitud, con varios pueblos como Somolinos, Campisábalos, Villacadima, Galve de Sorbe o Cantalojas, que están a esa altitud. Limita al Norte con Soria en la Sierra de Pela, con una altitud de 1500 metros, en general. Al Sur limita con el río Sorbe, afluente del Henares, al Este con la zona algo menos fría (por decir algo) de Atienza y Sigüenza, y al Oeste, con Ayllón y Riaza, ya en Segovia.
La obra pública, en este lugar, tiene el verano como periodo del año ideal para ejecutar sus obras. Allí construimos durante 2001 dos parques eólicos en la Sierra de Pela, de mayo de 2001 a enero de 2002, con particularidades tales como las siguientes:
Frío, mucho frío. El verano fue “normal”, si entendemos como normal el hecho de tener más de una mañana de verano con 7º C de mínima. En julio había días en que mis amigos estaban en la playa y yo estaba con sueter e impermeable. Recuerdo una mañana de agosto en la que nos levantamos con 4 grados, niebla… Los señores montadores de ferralla no trabajaron ese día; no llevaban ropa de invierno. ¿Quién se lo iba a imaginar?. Recuerdo que dormí todo el verano con pijama de invierno, y que sólo un par de tardes nos tomamos algo en las mesas del exterior del hostal donde vivíamos. Sin embargo no es una zona muy tormentosa.
Y llegó el otoño, y luego el invierno, y se cumplieron las advertencias de los habitantes de la zona (“más vale que hayáis acabado la obra antes de que llegue el invierno, porque aquí no se puede trabajar”). Yo no recuerdo que no helase todas las noches a partir de noviembre, vamos, seguro. Para eso no se tiene mala memoria. Fue un invierno bastante anticlónico, con inversiones térmicas muchos días. Las temperaturas eran de risa cuando llegabas al hostal a las seis de la tarde y el termómetro digital de máximas y mínimas marcaba -13º, -7º, -11º… Increíble. Observé -19.2º una mañana en Cantalojas (pero bien medido, con un termómetro digital con cable, el cual sacaba con cuidado por la puerta y dejaba junto al retrovisor).
Con estas inversiones, el fondo del páramo estaba blanco, frío y duro y arriba, en la sierra, donde se trabajaba, marrón, de no haber helado. Se veía perfectamente la línea de la inversión,con la separación marrón-blanco. En el transcurso de subir a la obra, unos tres minutos en coche por pista, pasabas de -11º a -2º, por ejemplo.
Pero de todas maneras, en la subestación eléctrica no se podía trabajar, en tanto en cuanto los bidones de agua estaban congelados hasta arriba.
Prohibido madrugar para ir a trabajar: eso había que tenerlo en cuenta, el “in itinere” tomaba gran importancia, ya que las curvas de Hijes, a las siete de la mañana, eran auténticas pistas de patinaje
También había que ver a qué hora ibas a Ayllón o a Riaza (a poner gasolina o al taller), por el puerto de Grado de Pico, ya que sus curvas estaban en umbría y no era lo mismo a las tres que a las ocho de la tarde.
En resumen: grifos congelados, coches que no arrancan a -16º, nieblas, fríos, ríos helados, nieves, cencelladas, muchos animales, y buena gente… Guadalajara.
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