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TOPOGRAFÍA Y METEOROLOGÍA (I)

Topografía (Del gr. τόπος, lugar, y -grafía):
1. f. Arte de describir y delinear detalladamente la superficie de un terreno.
2. f. Conjunto de particularidades que presenta un terreno en su configuración superficial.

Meteorología (Del gr. μετεωρολογία):
1. f. Ciencia que trata de la atmósfera y de los meteoros.

Meteoro o metéoro (Del lat. meteōrus, y este del gr. μετέωρος, elevado en el aire):
1. m. Fenómeno atmosférico, que puede ser aéreo, como los vientos, acuoso, como la lluvia o la nieve, luminoso, como el arco iris, el parhelio o la paraselene, o eléctrico, como el rayo y el fuego de San Telmo.

Con esta segunda acepción de la definición de “Topografía” comenzamos:

“Conjunto de particularidades que presenta un terreno en su configuración superficial”.

Soy topógrafo. Esa carrera estudié en su día, y de ella me siento orgulloso, aunque mi verdadera pasión sea la meteorología. Con ella he tenido la suerte de comprobar empíricamente muchas cosas relacionadas con cada una de las variables que componen “el tiempo” de nuestro día a día.
Por este motivo, por estar todo el día al aire libre, he podido comprobar cómo afecta el clima de cada lugar a las tareas que en él se realicen, desde un punto de vista constructivo. Con este artículo quiero poner sobre el papel las cosas curiosas que he ido observando estos años. No es mi intención dar una clase científica ni precisa, vaya por delante.
He ido toda la vida con mis aparatos a cuestas, los topográficos y los meteorológicos. De todos es sabido que el topógrafo es una especie “curiosa” en el mundo de la construcción. Y el meteorólogo es una especie más rara aún…
Pero por empezar por algún sitio…

La Gota Fría, Cullera (Valencia), 2000.
El clima mediterráneo no da tanto juego a lo largo del año como otros climas. El verano es igual a sol y brisas, o sol y alguna advección cálida de poniente-suroeste-sur, o sol, a secas. Todo con su correspondiente humedad, que es mayor o menor, pero que siempre está. El invierno es seco, con vientos de poniente, habitualmente. Aburrido. Pero ¡ay! de algunos septiembres u octubres. En aquél año 2000 llegamos una mañana, con el cielo realmente furioso, hicimos ademán de empezar a trabajar y ¡RANGGGGGG! se abrieron los cielos. Empezó a llover como si hubiera prisa y nos fuimos de allí cuando por la Carretera del Faro ya bajaban pequeños riachuelos. Creo que estuvimos tres días sin ir hasta que se pudo volver a entrar (las obras tienen tierra, y con maquinaria pesada, en un día de lluvia, ya se sabe). La Gota Fría, como se conoce vulgarmente. Ese es el “tesoro meteorológico” que tenemos en la costa mediterránea.

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