Hoy es El Tiempo de… Tomás Molina
¿Quién es Tomás Molina?
Hablar de Tomás Molina es hacerlo de historia meteorológica. Tomás Molina es físico y, como muchos de ustedes sabrán, el imprescindible “hombre del tiempo” de la televisión pública catalana. Además, ostenta otra serie de puestos y cargos, todos relacionados con la meteorología, a escala nacional e internacional.
Tomás Molina lleva más de 25 años explicándonos cómo será el tiempo los próximos días. La pasión que pone en ello hace que el profesional trascienda la pantalla. Y con ello lleve a pensar a los aficionados que, por qué no, estaría bien tomarse una caña con él.
Los tiempos de la meteorología sin internet.
Como ya he dicho alguna vez, los primeros recuerdos que tengo de Tomás Molina están ligados a mi televisión B/N con su antena orientable. Aunque él es de la era de la tele en color, como bien dice. Al igual que pasaba con Picó y con Mauri (la tripleta mágica), los momentos previos al “Temps de neu” eran suyos.
Los anuncios de los grandes cambios de tiempo venían de su mano. Grandes bajadas de temperaturas o intensas nevadas ¡parecían más gordas aún! Sí, nos llegaban con más emoción que ahora. No había internet, recuerden…
Hoy, en 2018, Tomás Molina sigue dando el tiempo en la TV3. Y, además, podemos seguirlo en Twitter, donde es un activo usuario.
Así que hoy, cumpliendo un pequeño sueño de juventud, Tomás Molina aparece en nuestra sección.
Como no podía ser de otra forma, la predisposición por su parte ha sido inmediata, lo cual le agradecemos.
Así, sin más, os dejamos con esta pequeña entrevista. Esperamos que os guste.
La entrevista.
– ¿Cuál es el primer recuerdo “meteorológico” que tiene?
Yo nací exactamente 9 meses después de la gran nevada de Barcelona del ’62. Situaciones meteorológicas en mi propia carne he vivido la lluvia torrencial en Montserrat durante la visita del Papa Juan Pablo II, en noviembre de 1982. Subí a pie la montaña mientras descargaba el chubasco que dejó 69 litros/m2 en el Bruc y más de 60 en el monasterio.
En Estados Unidos alquilé un coche y conduje en medio de una tormenta impresionante, y cuando llegué al hotel empezaron a reñirme por imprudente y por no llevar encendida la radio: la tormenta llevaba tornado y yo había estado circulando a su vera.

El maravilloso “Tornado Alley”, o “callejón de los tornados”, zona de Estados Unidos que atraviesa áreas de Texas, Oklahoma y Arkansas.
Lo curioso es que el fenómeno meteorológico que más me ha impresionado y del que tengo un recuerdo más vivo, es del cielo despejado de la Antártida. Jamás he visto un cielo más prístino, transparente, sin una partícula de polvo, con todos los tonos del azul y el añil brillante.
– ¿En qué ocasión concreta ha pensado “madre mía, la que me va a caer mañana cuando vaya al trabajo”, cuando vio la evolución real del tiempo, con respecto al pronóstico realizado? ¿En qué fecha fue?
El acierto en el pronóstico ha mejorado de una manera impresionante, pero hace unos años era más frecuente no acertar, había más riesgo en las previsiones, sobre todo cuando incumbían fines de semana largos.
Uno de los que más problemas nos causó fue un Puente de la Inmaculada y la Constitución que venía con pronostico de nieve para el último día, que era domingo. Y finalmente terminó nevando la mañana del lunes, la ocupación hotelera fue de un 7% y nos llovieron quejas de todo el sector turístico y preguntas en el Parlamento. El error en el pronóstico fue de horas, pero sus efectos fueron muy considerables.
En ese episodio se abrió el debate no solo del acierto del las predicciones, sino también de la forma de comunicarlas. Hemos aprendido mucho de los dos retos desde entonces, pero los Puentes todavía me asustan un poco.
– ¿Con qué apartado disfruta más de la previsión en la tele, de cara a lo que espera el espectador? ¿Le parece más emocionante dar los datos de lo que ha caído ya, o anunciar una bajada muy importante de las temperaturas?
A mí me gusta el reto que supone cada día preparar el espacio de “El Temps”. Lo cierto es que la mayoría de los días no pasa nada en particular, y en cambio, nosotros tenemos que conseguir que el espacio sea interesante y ameno. Buscar aquello que sea relevante, ya sea del tiempo pasado o del futuro, y saber destacarlo. Nosotros jugamos mucho con las imágenes que nos mandan los espectadores y con las que nos llegan a través de agencias de otras partes del mundo.
– ¿Qué localidad, zona o región del mundo le gustaría visitar una temporada, para poder disfrutar de su especial “tiempo”?
¡Me falta conocer Australia! Para cada lugar del mundo hay cosas excitantes del cielo que descubrir. En el Hemisferio Sur la sombra se proyecta hacia el Norte, pasear por Finlandia a temperaturas de -30 grados es una gozada y una tortura; en la Antártida medí una racha de viento helado catabático de 160km/h y no se hizo de noche en todo el día.
Y en Usuhaia dicen “aquí el tiempo es tan cambiante que si no te gusta puedes volver en cinco minutos” y lo cierto es que a mí me hizo sol, llovió, nevó, hizo viento y volvió el sol, prácticamente todo en una sola mañana.
– Recomiéndenos una película o un libro (o las dos cosas) de índole meteorológica.
Soy bastante clásico en temas de cine. “Twister” me recuerda a una colega de Canadá, Claire Martin, que les asesoró en los temas meteorológicos. “El día de mañana” porque por alguna razón me identifico con el protagonista.

“El día de mañana”, peliculón para los fanáticos de la meteorología, en una de sus imágenes más conocidas.
Un libro de referencia para mí es la Guia Audubon “Field guide to weather”. Ahora es más fácil con internet, pero para mí fue la manera de entender muchas cosas de la atmosfera. Por ejemplo, con los fenómenos ópticos en la atmosfera a través de las fotografías que contiene y los gráficos asociados. Todavía hoy es un libro que consulto muchas veces.
Pues hasta aquí tenemos nuestra entrevista. Creo que, después de leerla, también os tomaríais una caña con él, ¿verdad?
Este Dennis Quaid de la predicción es un loco de la meteorología. ¡Y por muchos años!
Tomás, muchas gracias por participar. Seguimos viéndote, leyéndote y oyéndote.
Nos vemos a la próxima.